viernes, 29 de agosto de 2014

Cuando yo era Ringo "Cara de Ángel"



Este es un documento valiosísimo no sólo para aquellas personas a las que les guste Giuliano Gemma,  inolvidable intérprete de Ringo, sino también para los seguidores del spaghetti western y del cine en general. Este texto, redactado por el mismo Giuliano, es un artículo que escribió para el libro "C'era una volta il western all' italiana", presentado en la Mostra sobre el western en Madonna di Campiglio, en 2001. En él se cuenta cómo era la época dorada del western europeo. No en vano él es uno de los máximos representantes. 

Érase una vez… El Western a la italiana.
Cuando yo era Ringo, Cara de Ángel

El periodo del cine italiano que comprende el género western fue muy prolífico y, gracias a Sergio Leone, que ha sido, sin duda, el padre de este afortunado filón- junto a tantos otros buenos directores, desde Tessari a Lupo, pasando por Valerii, Ferroni, Vancini y Corbucci, muchos de los cuales firmaban, se recordará, con un seudónimo inglés-, conquistó un importante espacio en el mercado nacional e internacional, espacio que permitió a nuestro cine imponerse aún más en el extranjero.
Por lo que respecta a nuestros actores, aquel género de films hacía necesario estar preparados atléticamente, saber moverse con agilidad, ser capaces también de hacer escenas espectaculares, caídas de caballo, manejar la pistola con destreza, ¡además de saber interpretar, obviamente, el papel! Y yo, que tenía un pasado de deportista, me encontré indudablemente favorecido por gozar de una buena preparación atlética.
En aquel periodo, en el cual pienso aún con simpatía y con un poco de nostalgia, he tenido la ocasión de trabajar al lado de muchos actores americanos famosos que desde pequeño admiraba en la gran pantalla.
Permanece, así, en mí un recuerdo bellísimo de aquellos años transcurridos entre golpes de puños, largas cabalgadas, obligados inevitablemente a tragar polvo y a soportar horas extenuantes en el set, pero durante las cuales nos hemos divertido mucho.
Muchos films fueron rodados en España; así tuve oportunidad de conocer muy bien la región de Andalucía y buena parte de aquel bellísimo país, rico de historia y de gente simpática, calurosa y disponible.
Reflexionando sobre los meses de trabajo, me vuelven a la mente diversas anécdotas y también algunos incidentes causados por las contínuas escenas de acción, a menudo peligrosas, que tanto apasionaban al público. Se rodaba entonces en la zona de Almería e incluso a veces se rodaban algunos westerns al mismo tiempo.
Así podíamos tener imprevistos curiosos: recuerdo una vez que un actor vino acompañado de un conductor un poco apresurado y distraído que lo llevó a otro film. El pobrecillo, desconocedor y confiado, descubrió solamente en maquillaje, cuando no reconoció a la maquilladora, ¡que lo habían llevado a un set equivocado!
Pero, si exploro más en mi memoria, son verdaderamente muchísimos los episodios inolvidables que afloran como un río que crece en mi mente, sobre todo si pienso que, de los más de cien films que he interpretado, los westerns son sólo diecisiete; que no son pocos, pero respecto al total ¡son una minoría! Sin embargo, ocupan aún un puesto de honor en mis recuerdos.
Por otra parte, imposible negarlo, me han regalado emociones verdaderamente únicas.
Entre todos, el personaje que creo haber amado más es, sin duda, Ringo. Un héroe sencillo, no un duro, en el fondo un chico que cree en la justicia y que combate para hacerla respetar, aunque en origen es un fuera de ley, pero que pronto abraza como su causa poner fin a las empresas malvadas de un grupo de bandidos despiadados. ¡Y así se convierte en un verdadero héroe!
Este film, además, que en la época- era 1965- ingresó la cifra de más de dos mil millones, me dio la fama internacional. Con Duccio Tessari era una verdadera diversión trabajar: gracioso, irónico, pero atento y seguro de sí mismo, no erraba en un enfoque, un corte; pretendía mucho de los actores, pero lo pedía siempre con una sonrisa en los labios.
Ringo entusiasmó al público y a menudo, por la calle, la gente, cuando me reconocía, me llamaba por aquel nombre, es decir, ¡que me había convertido en casi uno de la familia para muchos!
El año siguiente, con una continuación ideal, es decir, “El retorno de Ringo”, una especie de trasposición de La Odisea hecha por Duccio Tessari con mucha ironía y garbo, me fue verdaderamente fácil ponerme aquella ropa nuevamente, que sentía como mía, y me divertí volviendo a interpretar a aquel héroe solitario, bueno y honesto, que volvía a casa vestido de vagabundo después de haber combatido en la Guerra de Secesión, para liberar de los enemigos a su pueblo.
Pero confieso que en todos los personajes que he interpretado de aquel filón, he intentado encontrar algo que me perteneciese, que me gustase; una faceta, una actitud muchas veces irónica, para hacer un guiño de ojos al público.
De nuevo un episodio divertido ocurrió cuando rodé con Tessari “Vivos o preferiblemente muertos”, película que significó el debut en la pantalla de mi amigo fraterno Nino Benvenuti. El maestro de armas Neno Zamperla, otro viejo amigo, y yo nos encontramos con tener que enseñar a “utilizar los puños” de manera cinematográfica al campeón del mundo de boxeo, haciéndole entender que sus golpes eran demasiado cercanos y veloces y por eso no rendían en el cine. Y él, como persona inteligente que es, se puso enseguida a disposición ¡para aprender a dar puñetazos de broma!
Aquellos films, no sólo los míos, fueron grandes éxitos y marcaron una época. Me gustaba saber que podía divertir a los jóvenes que los iban a ver y hacer soñar, quizás, a los más pequeños, que en sus juegos a menudo utilizaban nuestros nombres de ficción.
En aquellos tiempos, nuestros westerns eran bastante despreciados por la crítica y por buena parte del cine intelectual, sin tener en cuenta el dinero que el género producía y de las grandes ventas al extranjero. Sin pensar además que no era fácil rodar aquellas películas; era necesaria una gran habilidad y profesionalidad por parte de todos, una gran unión.
Recientemente Tonino Valerii me ha dicho que “El día de la ira”, otra película que llevo en el corazón, también por los momentos pasados en el set con Lee Van Cleef, gustaba muchísimo en América. Tanto, que hace pocos años contactaron con él para que les cediera los derechos, pues querían hacer un remake.
Una gran satisfacción para nosotros, que tanto hemos aprendido y también un poco envidiado ¡precisamente a los americanos!
A veces me sucede que reviso mis westerns, transmitidos por enésima vez por televisión, y me sorprende cómo no se resienten del paso del tiempo, cómo están aún frescos, agradables y actuales, como si no hubieran (¡afortunados ellos!) envejecido, y esto está demostrado por el numeroso público que los ve y los ama. Como confirmación de esto, además, están las cartas o los emails que recibo de jóvenes y jovencísimos de todo el mundo todavía conquistados por aquellas, viejas ya, películas mías.
Significa verdaderamente, y esto sólo puede agradar, que despiertan aún emociones, divierten y apasionan, dejando una marca tangible en la historia del cine de acción.
Hoy, con la distancia del tiempo, creo que nuestro género ha tenido justicia, ha sido revalorado y revisado más objetivamente, dándole un valor legítimo.
Y esto no puede más que complacerme.


Giuliano Gemma, Ringo.